Una bitácora de acompañamiento en mi viaje por la Web 2.0
martes, 29 de mayo de 2007
domingo, 27 de mayo de 2007
Trenes y memoria
Me piden que escriba mi primera entrada en este cuaderno. Me piden que hable de mis experiencias en y con trenes. Me sugieren que pegue acá lo ya escrito, pero prefiero comenzar de 0, y no porque aquello que escribí no tenga vigencia, sino porque con el transcurrir de los días esta metáfora de los trenes empieza a tener otros significantes. Quizás suene cursi, pero me siento bien en este espacio y ahora, sola en mi camarote lo que quiero hacer es escribir, dejar que las palabras emerjan y no pararlas, no detenerlas, no pensarlas demasiado.
Trenes ... trenes.... para mi es Zug y, inicialmente, es una misteriosa caja que recibieron alguna navidad mis hermanos mayores, de la cual empezaron a sacar emocionados una cantidad de rieles (despues entendí que se trataba de eso, de rieles) y pequeños vagones acompañados de árboles en miniatura y una o dos "casitas" que después comprendí, eran las estaciones de tren. Este equipo no era más que la base a partir de la cual se podía construir todo un mundo de vías, túneles, puentes por los cuales atravezaban los trenes que podían ser tan grandes como vagones se tuviera. Por supuesto, a los grandes salvajes que para mi eran mis hermanos (me llevaban 4 y 6 años respectivamente) les gustaba especialmente que los trenes chocaran entre sí, pero no se irá por allí mi historia. Me parece recordar que lo ponían debajo del árbol de navidad pero no sé si eso es un recuerdo de verdad o una fantasía, lo que no lo es es el recuerdo de ellos dos tirados en el suelo armando las vías emocionados, construyendo montañas y riscos.
Luego, los trenes fueron de verdad con mi primer viaje a Suiza cuando tenía 5 años. Los trenes y el tranvía que era tan común como los carros en el centro de la ciudad. Pero tambien los trenes estaban en otros lugares, y uno de los más importante para mi fue la literatura. Y eso me lleva a pensar tambien en mi primera relación con las bibliotecas, ya que fue allí en la biblioteca del Colegio Humboldt de Caracas donde me topé con el libro de Michael Ende (si, Michael Ende, el mismo de La Historia Interminable y Momo) Jim knopf und Lukas der lokomotivführer (que después vi en un traducción como Jim botón y Lucas el maquinista. Las aventuras de estos dos personajes en el transcurrir de un lugar a otros eran fantásticas y ahora que lo pienso creo que fue una buena entrada a las novelas de aventuras y a la imagen que se repite permanentemente en la literatura de dos personajes aparentemente antagónicos que coexisten en la construcción de la trama.
Ahora, en este momento que escribo, en éste tren imaginario, que es éste en el que me encuentro viajando y que ha comenzado a convertirse en un espacio confortable con pasajeros a quienes aún no conozco del todo pero con algunos de los cuales comienzo paulatinamente a conversar de temas que nos conectan. Con toda la música y atenciones que me rodean no puedo menos que sentirme bien. Podría escribir mucho más sobre este punto de los trenes, pero se me cierran los ojos. El traqueteo del tren, la noche oscura afuera, el silencio dentro del vagón; la perspectiva de las sábanas calientes y el sueño terminan por decidirme hoy a cerrar el cuaderno.
Buenas noches
Trenes ... trenes.... para mi es Zug y, inicialmente, es una misteriosa caja que recibieron alguna navidad mis hermanos mayores, de la cual empezaron a sacar emocionados una cantidad de rieles (despues entendí que se trataba de eso, de rieles) y pequeños vagones acompañados de árboles en miniatura y una o dos "casitas" que después comprendí, eran las estaciones de tren. Este equipo no era más que la base a partir de la cual se podía construir todo un mundo de vías, túneles, puentes por los cuales atravezaban los trenes que podían ser tan grandes como vagones se tuviera. Por supuesto, a los grandes salvajes que para mi eran mis hermanos (me llevaban 4 y 6 años respectivamente) les gustaba especialmente que los trenes chocaran entre sí, pero no se irá por allí mi historia. Me parece recordar que lo ponían debajo del árbol de navidad pero no sé si eso es un recuerdo de verdad o una fantasía, lo que no lo es es el recuerdo de ellos dos tirados en el suelo armando las vías emocionados, construyendo montañas y riscos.
Luego, los trenes fueron de verdad con mi primer viaje a Suiza cuando tenía 5 años. Los trenes y el tranvía que era tan común como los carros en el centro de la ciudad. Pero tambien los trenes estaban en otros lugares, y uno de los más importante para mi fue la literatura. Y eso me lleva a pensar tambien en mi primera relación con las bibliotecas, ya que fue allí en la biblioteca del Colegio Humboldt de Caracas donde me topé con el libro de Michael Ende (si, Michael Ende, el mismo de La Historia Interminable y Momo) Jim knopf und Lukas der lokomotivführer (que después vi en un traducción como Jim botón y Lucas el maquinista. Las aventuras de estos dos personajes en el transcurrir de un lugar a otros eran fantásticas y ahora que lo pienso creo que fue una buena entrada a las novelas de aventuras y a la imagen que se repite permanentemente en la literatura de dos personajes aparentemente antagónicos que coexisten en la construcción de la trama.
Ahora, en este momento que escribo, en éste tren imaginario, que es éste en el que me encuentro viajando y que ha comenzado a convertirse en un espacio confortable con pasajeros a quienes aún no conozco del todo pero con algunos de los cuales comienzo paulatinamente a conversar de temas que nos conectan. Con toda la música y atenciones que me rodean no puedo menos que sentirme bien. Podría escribir mucho más sobre este punto de los trenes, pero se me cierran los ojos. El traqueteo del tren, la noche oscura afuera, el silencio dentro del vagón; la perspectiva de las sábanas calientes y el sueño terminan por decidirme hoy a cerrar el cuaderno.
Buenas noches
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